"Al salir de allí, ya casi anocheciendo, pasamos por la plaza de la Sal, en el barrio popular, donde había un troupoloutrou de gaitas y tamboriles y se danzaba co furioso denuedo, a lo suelto, entre una polvareda tan cálida como si fuese el resplandor de una hoguera."
Eduardo Blanco-Amor, La catedral y el niño, ed. Galaxia, Vigo 1997, páx.140
No hay comentarios:
Publicar un comentario