"... por la carretera de Los Gozos o de Ervedelo, acompañado del presbítero familiar; pero allí, fuera del casco pétreo del burgo, transfudido en un blando paisaje de álamos y praderías, Su Ilustrísima perdía mucha de su significación y casi toda su imponencia..."
Eduardo Blanco-Amor, La catedral y el niño, ed. Galaxia, Vigo 1997, Capítulo III, páx. 22
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