"Ya próximos a nuestro zaguán advertimos que estaba enfrente un coche, en dirección contraria a la que íbamos. Los relámpagos nos permitieron identificar un faetón de la empresa del Mangana, con tiro de fuertes caballos, cuyos atalajes mojados brillaban con las descargas eléctricas."
Eduardo Blanco-Amor, La catedral y el niño, ed. Galaxia, Vigo 1997, páx.146
No hay comentarios:
Publicar un comentario