""Supongo que el Liceo le recordará a sus compañeros de partida muertos", "lo comprendo", "un día hablando con él, me dijo que usted se había portado muy bien cuando falleció su esposa, que lo acompañaba a casa y salían a dar una vuelta de vez en cuando", "no tanto, pero es lo mínimo que podía hacer; cuando un hombre se queda solo a sus años, el mundo se le cae encima."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.145.
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