"El estilo de la sociedad de Auria consistía en un constante removerse, en una animación ociosa, infatigable y cuanto más inconsistente mejor, lo cual obligaba a tener almacenado gran cantidad de palabras y ademanes superfluos para servir a aquel hormiguillo y azogamiento de tantos gestos y vocablos inútiles."
Eduardo Blanco-Amor, La catedral y el niño, ed. Galaxia,
Vigo 1997, páx.245
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