"Pese a que viajar nunca le había gustado (quizá porque se había cansado de hacerlo en su época de representante) acogió la noticia con gratitud: salir de la ciudad durante unos días, olvidar las tensiones que los últimos meses le depararon no le sentaría mal: y gozaría de la tranquilidad indispensable para puntualizar la muerte de Araújo."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.125.
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