"Descendieron por la calle San Miguel y Araújo entremezclaba risotadas de bufón mal pagado con llantos de plañidera profesional y se cogía del brazo de su acompañante para afirmar los pasos que se le extraviaban en la amarga dulzura de las tres copas de licor café. Cuando llegaron a Progreso, Máximo le pidió "no me deje solo esta noche, por favor" y las lágrimas cerraban la turbia alegría del alcohol ingerido."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.131
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