"Dadas las circunstancias en que se hallaba el viejo, desesperado por la reciente desaparición de su mujer y de sus amigos, quién iba a extrañarse de que no acudiese al Liceo; así, si se prolongaba la agonía (...) los que lo conocían lo aceptarían como algo lógico, que "ya se le pasará con el tiempo" sin saber que la próxima vez que lo vieran sería en un velatorio y como personaje central y silencioso del cuadro."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.139.
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