"Afortunadamente, pensó mientras se levantaba de la cama y aumentaba el volumen del aparato de radio que había permanecido encendido durante la noche, aunque las primeras lluvias de octubre no habían sido muy abundantes, sí fueron suficientes como para que la excursión realizada en día anterior a las afueras de la ciudad en busca de setas hubiese resultado fructífera."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.141.
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