"Certificaría su defunción con ojo clínico de experto en la materia; sería fácil, tan fácil como en los tres intentos anteriores. Sonriendo, acabó por quedarse dormido con el vaivén del vagón; un sol desgandado levantó una gama de colores siniestros en su barba de dos días. Ya no despertó hasta llegar a la estación, media hora más tarde."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.140.
No hay comentarios:
Publicar un comentario