"..."le confieso que cuando murió Cisneros me afectó mucho, igual que cuando lo de Tejada, pero la muerte de López terminó por hundirme; se me puso un nudo en la garganta cuando vi el maldito crespón negro en el balcón del Liceo al día siguiente", se detuvieron en un portal sombrío, "aquí es", todavía charlaron unos instantes, "pues no deje que la desesperación pueda con usted, Araújo, es nuestro peor enemigo"."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.123.
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