domingo, 29 de junio de 2014

Barrio extraño

Ayer
era mi barrio viejo
como un navío en fiestas.
Se adornaba de músicas y fuegos,
un río humano
corría por sus calles, el deseo
agigantaba a trompetazos su canción,
y, por las rúas populares, había un vuelo
de cálidos alcoholes.
La vida ayer andaba
 a torbellinos por mi barrio viejo...

Aquel del Puente junto al río
y el croar de las ranas, y en invierno, 
allá en las márgenes huidizas, los gitanos
con sus fogatas lentas, lentos
humos que hasta las nubes ascendían.

El barrio de aquel tiempo
infantil ya entre niebla...
Aquel portal pequeño
¡qué grande parecía! A la pelota
jugábamos partidos en su hueco;
aquel portal
entonces siempre abierto,
donde unos brazos largos, fuertes,
mi pequeñez alzaban a sus besos.
Mi padre allí en su marco.
Él me enseñó a nadar... Lo veo
difícilmente ya... Los libros,
la bicicleta, los rosarios. Llego
de aquella escuela de sotanas
al otro lado... Cuentas, cuentos...
Hoy he pasado tan distante
que aquel portal, allá en lo negro, 
tenía un doloroso,
un oscuro ademán de cementerio.

Ya, ¡qué lejano aquel!...
Ayer
era mi barrio viejo
como un navío en fiestas
que hubiese descendido por el tiempo,
como un navío en fiestas
que hubiese descendido por el tiempo,
como un navío ayer lleno de náufragos
en el mar de la muerte y del recuerdo.

Antón Tovar, do libro El ladrido, recollido en Poesía en castellano (1955-1973), Deputación Provincial de Ourense, 1987
(Extraído do libro: Ourense, craro río, verde val; escolma de Marcos Valcárcel
Concello de Ourense, marzo 2001, páx.57)

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