" Pero, pensaba, mientras se encaminaba al bar Samuel, no debía aparecer esa tarde por la Sociedad; si delante de Araújo exhibía la botella, éste quizá quisiera arrimarse a la invitación y eso lo pondría a él en una situación crítica; es más: si llegaba al Liceo con el preparado y, una vez hecho el convite, ellos, o uno de los dos, se negaban, no podría insistir machaconamente porque levantaría sospechas entre sus interlocutores."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.100.
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