"Se despidieron en la fachada de la catedral que daba a la Plaza del Trigo y después desanduvo el camino y entró en el bar Samuel. "Una copa de licor, Samuel". La música de la máquina tragaperras extravió el rumbo de sus pensamientos mientras jugaba con el frasco de herbicida que había comprado para prepararle a Rafael López un combinado que lo hiciera arribar al otro barrio con mal sabor de boca."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.84.
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