"¿Merecería la pena haber enviado al mundo de los fantasmas a ciertas personas sólo para tener un sitio numerado entre los Socios de Honor? No pagar cuota, ser agasajado anualmente por la directiva del Liceo o, incluso, suscitar la envidia de otros socios como a él le había sucedido, ¿justificaba el caudal de crímenes que había proyectado?"
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.101.
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