"Don Eusebio dijo que él también se acostaba tarde, que en los días de verano salía a pasear después de la cena porque las calles estaban frescas y solitarias. López le pidió que aclarara lo que traía en la bolsa, "por la forma parece una botella". "Acertó", dijo don Eusebio. "¿De qué?" "De aguardiente de hierbas. Ya sabe usted que es digestivo; puede quedarse con ella y cuando sienta algún dolorcillo en el estómago, se toma una copita, pero poco, y le aseguro que resucita a un muerto". Seré cabrón, pensó."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.113.