"Yo pasé de largo sin decirle nada. Lo había querido mucho (seguía queriéndolo), aunque era mayor que yo, dos o tres años; tendría entonces trece o catorce.
En realidad fue el primer amigo que tuve, antes de que lo fuese Diego, que, al principio, era sólo mi primo. A pesar de ser Crespiño un aldeano, no tenía punto de comparación con los chicos de Auria, tan idiotas y mandones, todos iguales, siempre a gritos."
Eduardo Blanco Amor, Los miedos, ed. Destino, Barcelona, 1963, 1ª edición, páxs.52-53
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