"Lo primero que hizo Lois fue contarnos las cosas que hacía en A..., que eran muy fachendosas; unas se las creíamos y otras no, pero nunca lo contradecíamos, porque hay que ver cómo se ponía... Y hablaba y hablaba, haciendo la pantomima de lo que iba contando... Siempre alargaba los relatos para que, finalmente le pidiésemos que dijera las malas palabras; pero aquel día, no sé si porque era el primero, nadie se lo pidió. Así que empezó él de repente."
Eduardo Blanco Amor, Los miedos, ed. Destino, Barcelona, 1963, 1ª edición, páxs. 42-43
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