"Por fin apareció el cupé charolado, con su tiro de mulas, enormes y negrísimas. Descendió acompañado de un canónigo gordo, que yo no había visto antes, y del familiar, un beneficiado relamidillo, alto y pálido, con hebillas de plata en las chinelas, a quien las gentes del común, en A... llamaban la Carlota, nunca supe por qué."
Eduardo Blanco Amor, Los miedos, ed. Destino, Barcelona, 1963, 1ª edición, páx. 143
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