"La abuela, que conocía bien los usos, avanzó a cubrirle la retirada.
-Déjelos usted que se desahoguen. Pelean sin armas, no llegará la sangre al río.
-Pero mi señora doña Zoe...
-Le ruego que los deje, sé bien lo que hago.
-Esto ocurre por no estar aquí la Benemérita (masculló, con voz de aparte). Se lo enrostraré al gobernador en cuanto llegue a A...
-Soy yo quien no quiere "civiles" en mis tierras... ¡Primero que se maten!"
Eduardo Blanco Amor, Los miedos, ed. Destino, Barcelona, 1963, 1ª edición, páx. 156
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