"Una vez vestido con la ligereza que el tiempo imponía a tales horas, se dirigió al Liceo; comería allí y aguardaría a que diese comienzo la fiesta preparada para los Socios de Honor, confrontaría el estado de la demacración y existencia como lujo perpetuo que aquellos socios albergaban entre su piel y sus huesos."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.58.
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