"Entróe en el Queso, pan y vino, ordenó "Manolo, un blanco". La luz del mediodía reculaba en las angostas calles de la zona antigua, se detenía como una ola que en su máxima altura perpetúa el momento de estrellarse y arrasarlo todo. "No habrá subido el vino desde la última vez que vine", especuló mientras le servía en una taza blanca lo solicitado."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.66.
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