"Bebió otra taza sin prestarle atención al rito y se despidió cuando el bar comenzaba a llenarse de clientela joven y alborotadora. "Hasta otro día". "Adiós, don Eusebio". Descendiendo por la Plaza del Trigo lo persiguieron los sones de la Banda Municipal desgranando un fragmento de "Doña Francisquita". Después, el sonido de la fuente ahogó el rumor de la música."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.67.
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