“El viejo
Fedellaperna, que sabía mucho, aportó su ciencia:
-Dios me perdone si
ofendo a Su Divina Majestad, mas no sería novedad que Benito estuviera
embrujado; otros lo estuvieron antes y otros lo han de estar.
El corro se
apretujó aun más y esperó revelaciones extraordinarias. El viejo continuó
musitando sus consejas:
-Tengo oído de un
malhadado de Terrachá que resultó ser “lobishome”.
La señora Ramona
Vigaira se santiguó otra vez y gimió:
-¡Dios nos aparte
de tal!
-Eran siete
hermanos, todos siete mozos sin ninguna moza entremedio; y a éste, que era el
benjamín, tocóle la “fada” de ser “lobishome” y la tuvo siete años; y lo
particular era que nadie le podía hacer mal mientras estaba con ella, porque la
madición había de cumplirse.
Interrumpió,
curioso, Antón Cerdeira:
-¿Y cómo acabó?
-Pasado su término,
acabóse sólo el aojo y el “lobishome” volvió a su ser natural. ¡Había que ver
cómo lloraba el cuitado las muertes que tenía sobre la conciencia!”
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