"-¿No vas a echar de menos este piso?- le pregunto a Germán.
-Llevas dos años quejándote de las humedades que salen por todas las paredes. Así que no te dé por la morriña ahora.
-Coruña es húmeda. Normal que haya humedades. Pero yo con humedades puedo vivir.
Germán se acerca a mí, me pasa el brazo por el hombro y me da un beso en la mejilla. Un beso de los que antes curaban y ahora solo son un eco de lo que fueron, no sé si tienen el mismo poder.
-Nos va a ir muy bien en Novariz, ya verás."
Carlos Montero. El desorden que dejas. Ed. Espasa. 2016. Pág. 19.
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