"Un año, el día de San Antonio, en una de las presas se hundió una barca donde pasaban su tarde libre un grupo de criadas. Se ahogaron casi todas, llevándose consigo al barquero, que era el único que sabía nadar. Aunque esta tragedia fue algo excepcional, lo cierto es que no hay temporada veraniega en la que no se ahoguen dos o tres bañistas, en más de un caso excelentes nadadores, porque, como suelen decir las madres para atemorizar a los hijos desobedientes, "el Miño es muy traidor"."
Julio López Cid. El Río. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.23-24
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