"Las aguas del Miño son claras, cristalinas; aun en zonas bastante profundas, en muchos puntos dejan ver el fondo. Sólo en las imponentes riadas de comienzos de primavera y en las de las tormentas veraniegas toman un color arcilloso que, en primavera, suele durar varios días; en verano, raras veces pasa de las veinticuatro horas; después, como si quisieran resarcirse, se aclaran hasta un extremo inverosímil, que es una alegría para los ojos y una auténtica delicia para los abundantes bañistas, que pueden bucear a placer."
Julio López Cid. El Río. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.23
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