"Había un mapa grande en el suelo de la terraza del Colegio, a donde a veces subían durante el recreo, un mapa delineado en rojo con un trazo grueso contorneando el litoral de la península y, dentro de él, las provincias. No tenía ríos. Los niños jugaban: "Ahora, yo era el Miño" y, uno a uno, iban haciendo el consabido recorrido con minuciosos cuidado, poniendo un pie delante de otro..."
Julio López Cid. El Río. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág. 16
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