"Ahora iban a ver el río muchas veces. Se acodaban en la barandilla del puente y miraban pasar el agua, incesante, monótona, que les producía una especie de hipnosis; acababan por sentirse avanzar sobre ella y jugaban a los barcos: "¡Ah del puente!, ¡un hombre por la borda!", y escupían; los salivazos caían aplomados, lentos, "por cámara lenta", decían, y ya cerca del agua se curvaba su vertical siguiendo la dirección de la corriente, como si ésta los atrajese, los poseyese ya antes de sumirlos en su entraña."
Julio López Cid. El Río. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.25
No hay comentarios:
Publicar un comentario