"Después fueron a sentarse a una mesa pero ninguno de los dos se decidía a proponer "¿echamos una partida?" como si asistieran asombrados al espectáculo del sol que llegaba derrotado hsta el interior del Liceo, hermanados por una similar tristeza. Sabía que iba a decir una idiotez pero necesitaba hacerlo para enderezar el rumbo de sus planes, así que se animó a preguntar:
-¿Y cómo van las cosas?".
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.39.
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