"Después regresó por el Puente Viejo, siguió por Progreso y cuando consideró que su aparición en el Liceo, pese a adelantarla, no era ya tan prematura que sorprendiera al personal, entró en la sociedad con pasos lentos, como un extraviado que penetra en una región desconocida pero en la que sospecha que hallará descanso para menguar las fatigas de una prolongada travesía."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.54.
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