"Un rival en el oficio, pensó; un hombre que compartía sus mismo planes, pero, ¿con qué finalidad, si no era el robo? Tal vez -desestimó la conjetura al instante- otro socio del Liceo con idénticas intenciones. "Me dolería que hubiera otra persona en la entidad capaz de embarcarse en una aventura tan complicada como la mía; sería un plagio". Un plagio, ¿de quién a quién?"
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.47.
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