"Con el último verso, de acuerdo con el poeta, el dibujante con todas sus fuerzas voceó un aturuxo. El salvaje alarido se batió contra las paredes húmedas de la cueva, recio, desgarrado, cual símbolo donde se confundiesen el dolor y la fuerza cruel -verdadera- que desgajaba al amigo del entrañable grupo de los "Silenciosos". (El poema, publicado poco después en un periódico compostelano, lleva la dedicatoria: "Pra vós, en lembranza de efemérides célticas na cova do Refuxo")."
Julio López Cid. El Río. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.67
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