"Se caló la boina para protegerse de la débil llovizna de la mañana plateada. "Pero no me gusta esperar tanto tiempo". Subió por la calle Ceano y fue hasta la Plaza de las Flores para beber algo en el Queso, pan y vino.
-Manolo, un blanco.
-Hombre, don Eusebio. Ya hacía meses que no venía por aquí."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág. 12.
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