"Terminó el café y subió a las oficinas del primer piso; la enorme escalinata franqueaba el acceso a las galerías abiertas del inmueble cuyo ayer atesoraba un palacio hoy habitado por socios como él -la mayoría, solitarios ensimismados en sus horrores."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág. 10.
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