"Y, tal vez, ese mismo invierno se ocupase de correr el escalafón naturalmente y colocarlo en la categoría de Socio de Honor, "no por pagar, que con la jubilación que tengo y mis necesidades no hay problema en ese sentido; por el prestigio, más que nada", pensó mientras salía a la calle Lamas Carvajal a través de la puerta giratoria del Liceo."
José María Pérez Álvarez, Las estaciones de la muerte. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág. 11.
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