"se bañaban en las peñas de enfrente, donde ya en la orilla había mucha profundidad -"cubre", decían ellos-, porque todos sabían nadar. Venían río abajo y, al pasar frente a ellos, gritaban: "¡Don Felipe, don Felipe...! y, cuando él miraba, se zambullían dejando las nalgas fuera, y se veía un nutrido archipiélgo de culos en el centro del río."
Julio López Cid. El Río. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.23-24
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