"Al final de aquel curso, el último del Bachillerato, empezaron a salir con las chicas en pandillas mixtas; iban de merienda a la orilla del río y allí, al arrullo del agua, comenzaban las escaramuzas de noviazgo. Luego, durante el verano, las parejas que habían cuajado hacían rancho aparte y se iban -todavía varias juntas- río arriba o río abajo, buscando los lugares donde escaseaban los bañistas; alquilaban barcas y se iban hasta el centro del río, buscando un total aislamiento, dejándose llevar por sus sentimientos a la par de la corriente mansa del estiaje."
Julio López Cid. El Río. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.47
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