"Paseaban incansables por el puente, con la esperanza de verla asomarse a la galería, bajar hasta el muro de la huerta..., le escribían en común: largas cartas en las que, sobre todo, campeaba la lealtad de su litigio y donde siempre daban por sentado que ella sería para uno de los dos, sin admitir ni la más remota posibilidad de un tercero. (...) Y no comprendían cómo el profesor de Literatura del Instituto podía decir, refiriéndose a Larra, que se había suicidado "estúpidamente por amores"."
Julio López Cid. El Río. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.43
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