"Por la tarde, en el Instituto, presumían ante los compañeros: "Nosotros fuimos esta mañana, y ¡está buenísima!".
Por mayo, iban ya casi todos los días. El río venía muy crecido todavía, pero en las presas de los molinos se atenuaba la corriente y no había peligro si no se acercaba uno al extremo por donde rompía el cachón, rumoroso, espumante."
Julio López Cid. El Río. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.33
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