"Las chicas apenas iban al río; sólo algunas, a sitios muy retirados y con alguien de su familia. Ellos las rondaban. "El río es libre", decían los armadanzas para justificarse ante los que se resistían a acercarse por timidez y los tachaban de "falderos". Pasaban ante ellas, nadando río abajo, cantando a voz en grito las canciones de moda; "...si me quieres matar, ¡miraméee"."
Julio López Cid. El Río. Duen de Bux, Ourense, 2008. Pág.36
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