"A eso de las dos de la mañana, salió de la alcoba don Ciprianito, el médico de la villa. Se veía bien que no podía esconder su preocupación. Le preguntamos y contestó con vaguedades. Mandó preparar nuevos sinapismos y habló de intentar una sangría. Luego le dijo a don Brandao que saliese alguien, a uña de caballo y sin esperar el día, a buscar a nuestro médico de A..."
Eduardo Blanco Amor, Los miedos, ed. Destino, Barcelona, 1963, 1ª edición, páx. 220
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