“Caíale el calzón
corto sobre la pierna desnuda y calzaba borceguíes solados de palo; bajo el
chaleco de bayeta la mugrienta camisa de lienzo de Padrón, entreabierta sobre
el torso, dejaba asomar algunos hirsutos pelos; de los hombros le colgaba una
manta parduzca que sujetaba con las manos a la altura del vientre y que, lejos
de ceñir su silueta, la perfilaba grotescamente por encubrir, a más del cuerpo,
un gran zurrón colgado a la espalda como
una corcova y otro más pequeño en bandolera, en los cuales traía aparejados
mercancía y ajuar. Una montera que en tiempos había sido negra y tenía ahora
los siete colores del prisma, bien que muy borrosos bajo la costra de humedad y
polvo, completaba el atuendo del buhonero.”
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