Tú, Sierra de San Mamed,
que esta fiera te ha
escogido
para que seas abrigo
de tan cruel proceder;
ábrete y trágatele,
que no lave mas sus manos
en la sangre de
cristianos,
que aun piensa en
derramar,
acaba de consolar
á tus vecinos humanos.
Pasa el tiempo, y cuarta
vez
aun no queda satisfecho
aquel inhumano pecho
de carne humana comer;
sus lazos vuelve á estender,
á Benita y á su hijo
engaña,
de San Mamed, en su
montaña,
en su horrible matadero,
se convierte en lobo
fiero
y su apetito le baña.
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