El juez llama al acusado
y le toma indagatoria,
este con feliz memoria
sus hechos ha declarado;
á Galicia le han mandado,
al juzgado de Allariz,
que es donde debe sufrir
el castigo merecido,
pues esta tierra ha
sufrido
de infamias no tiene fin.
Este juez con mucha calma
le principia á preguntar,
y este se pone á cantar
como el pájaro en la
rama;
sereno y con voz muy
clara,
su confesion la seguia;
en ella al juez le decia,
cuando á alguno muerte
daba,
la ropa se la guardaba
para venderla otro dia.
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