Las casas abrieron sus
ventanas para verte
cuando mis retinas recibían la luz
de tus ojos.
El invierno agotaba su manto de
muerte
y los edificios renacían de
atardeceres rojos.
Sentí tus calles como la ignición
del alma:
la primavera impregnaba el olor de
la urbe.
Recorrí tu piel
barnizada de asfalto:
contemple desde
el centro mismo tu verdor.
Al este, antenas
hincadas simulaban basalto
caprichoso,
repitiendo ociosas el estertor
de las voces de
los hombres en calma
que reposan sin
que el tráfico los perturbe.
Al sur se oían
los salmos monásticos:
sirenas
frenéticas interpretando ritmos
iluminadas por
semáforos drásticos.
Me alargué
haciendo de mi tiempo algoritmos,
transitando por
avenidas llenas de vacíos
y ausentes que
se rememoran a veces.
Entonces soñé tu
boca abrirse como un río
arrastrando mis
palabras como peces
que comunicaban
las dos orillas de la ciudad
y tus esquinas
fueron refugio de mis labios.
Miguel Mosquera Paans
Poema facilitado polo seu propio autor, que celebra o "parrafeo" número novecentos deste blog, ao tempo que cantamos a chegada da primavera a Auria.
Poema Finalista do
Certamen Anual de Literatura Internacional Latin American Intercultural
Alliance (LAIA), 2013 Nueva York, EE.UU.
ISBN-10:
1492190829 ISBN-13:
978-1492190820
No hay comentarios:
Publicar un comentario