"Pero
todo hombre honrado, todo el que conserve un poco de pundonor y vergüenza, no
puede menos de sentir la indignación más noble al leer la miserable, la baja,
la cobarde denuncia que el señor cura de Osera hace del señor Boan, maestro de
dicho punto.
Sin
tener en cuenta que tiene 80 años, 50 de los cuales ha consagrado a la
enseñanza; que su padres y sus abuelos fueron maestros de la misma escuela; que
según la declaración de los vecinos todo lo que en aquellos alrededores se sabe
se debe á su constancia y á su trabajo, sin tener en cuenta nada de eso y mucho
más, se ensaña de tal manera que, no ya de un sacerdote, sino que ni de un
salvaje es digno tal proceder.
En
su vil denuncia lo acusa de borracho, chocho é inmoral, por desnudarse delante
de los niños de ambos sexos; éstas son sus frases.
Para
probar esto buscó tres testigos, por cierto que ninguno del mismo pueblo, que
eran los que mejor podían saberlo, y los hizo firmar.
Pero
hé aquí que al ser nuevamente citados los dichos testigos declaran que, fiados
en la fé del sarcedote, habían firmado en blanco pero que al leer ahora la
denuncia no pueden por menos que declarar que lo que señor cura dice es
completamente opuesto á la verdad.
De
modo que no solo es un miserable, sino un falsario.
¡Quien
esto hace es un sacerdote, un ministro de aquél Ser, todo caridad, todo amor,
todo indulgencia para el prójimo!
Oh!
era menester ver aquel pobre anciano que apenas puede con el peso de los años llorando
al ver el pago que le dan á sus 50 años de trabajo y hambre; era necesario
contemplar aquellos aldeanos con los puños cerrados dirigir miradas de ódio
hacia el convento para comprender lo infame de tal conducta. Pero dejemos á un
lado esas bajezas que tanto deshonran al que las hace como al que las consiente.
Despues
de esta protesta reanudaré la descripción del monasterio."
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