"La
villa de Cea quedó atrás hace rato y apenas si de ella se vislumbran las
espirales de humo que brotan de sus chozas.
El
estrecho camino desemboca en una plazoleta orlada de balsámicos pinos y
formando una Y bifurca en dos brazos, uno que va á morir á las puertas del
convento de Osera y otro que, internándose en las sierras de Tampil y Mosteirón,
dividiéndose y subdividiéndose después en mil senderos de cabras, se pierde en
la áspera cúmbre de la Martiña.
Divididos,
pues, en dos grupos, unos cuantos fuimos en derechura á la Martiña y los demás
á Osera, si bien con la condición de ver el convento inmediatamente y salir á
la Martiña donde nos esperaban con las provisiones.
Antes
del desfile convenimos en llevar cada grupo una docena de cohetes, como medio
de encontrarnos entre las fragosidades de la sierra.
En
la confusión de gritos de los unos y de los otros partimos en dirección opuesta
y pronto nos perdimos de vista."
Heraclio Pérez Placer, “El
Escorial de Galicia”, El Álbum Literario, 28 de outubro de 1888, nº39,
páx. 2-3.
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