"Subimos a su coche lujoso y cogemos por una carretera comcarcal que nos lleva a una zona de pesca del río Limia. Nos metemos entre unos árboles y matorrales. La zona es muy frondosa. Y por fin llegamos hasta un pequeño claro en la orilla. El río baja caudaloso y en calma. Da ganas de navegar por él. Pero no de echarse al agua en un día frío como este."
Carlos Montero. El desorden que dejas. Ed. Espasa. 2016. Pág. 263.
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