"Salgo del portal. Vuelvo a mirar la hora, con la vana esperanza de que el tiempo se haya parado. Solo tengo diez minutos para llegar al instituto. Empiezo a caminar a buen paso, y cuando me doy cuenta de que así no voy a llegar, echo a correr. Corro por las calles de Novariz. Noto a los pocos peatones que hay a estas horas mirándome. ¿A qué vienen las prisas en este pueblo que no madruga? ¿Dónde es el fuego?"
Carlos Montero. El desorden que dejas. Ed. Espasa. 2016. Pág. 217.
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